30/12/2019
Siguiendo con la tradición, y tras mi Top10 de Mejores Películas del 2019, ahí va todo lo contrario: las películas que menos me han gustado. Por suerte, este año no he llegado a odiar tantas pelis como otros años, pero aun así hay unas pocas que no se salvan de la quema. Mi Top5 de bodrios de este 2019 es:
1- YESTERDAY (D. Boyle): seguramente la única película del año que ha ido generado un odio profundo dentro de mí a medida que la veía. Y eso que tenía ganas de ver Yesterday: creo que la premisa (de un día para otro, todo el mundo olvida la música de los Beatles y un músico de segunda es el único que las recuerda, de modo que empieza a cantar sus canciones como si fueran composiciones suyas) era buena y podría haber generado buenos gags. Pero, llamadme cínico, tantas toneladas de azúcar no podían sino acercarme al coma diabético: ¡dirige Danny Boyle! ¿De verdad este tío es el mismo de Trainspotting y 28 días después? ¿No pensáis que esta premisa daba para meterle un poco de gamberrismo a sus personajes y tramas? Nada más lejos de la realidad: aquí el protagonista nunca se siente a gusto en su papel de farsante (de hecho, casi que nunca llega a serlo y “sufre” por la mentira que está contando todo el rato) y todos los personajes podrían ser tus mejores amigos: planos como una tabla de planchar y sin ninguna malicia en su carácter (excepto un Ed Sheeran autoparódico al que hacen estar celoso del protagonista), y la presunta aparición climática del final (SPOILER: John Lennon, que no ha muerto en esa realidad alternativa) no tiene más trascendencia y se queda en un puñado de frases de Mr. Wonderful. Incluso sabiendo que era un guion de Richard Curtis me pareció excesivamente pomposa, y una oportunidad perdida.
2- AD ASTRA (J. Gray): Doy gracias de la existencia de los relojes, porque si no hubiera llevado uno el día que fui a ver Ad Astra, diría que esta película duraba unas cien horas. Confieso que toda la remesa de películas del espacio con ínfulas trascendentalistas de los últimos años (léase Interestellar, Marte, Gravity,…) no son santas de mi devoción, y por ello Ad Astra ya me daba pereza desde el principio, pero me aburrí aún más de lo esperado.
3- LOS MUERTOS NO MUEREN (J. Jarmusch): No me gusta Jim Jarmusch. Tras Only lovers left alive, su incursión en el vampirismo hace unos años, proclamé que nunca más volvería a ir a ver una peli suya. Sin embargo, con Los muertos no mueren caí en las garras de las campañas de márqueting como un ingenuo inocentón, y su reparto y su tráiler me convencieron para ir al cine. Al salir, me vi tentado de quemar mi título en publicidad y mi título en cine, pues todos sabemos que una cosa es lo que te venden y otra lo que acaba siendo la película, y más precisamente en un autor que tiene un estilo clarísimo con el que yo no conecto. La película… pues sin más. De nuevo, la sensación de que se ha desaprovechado un elenco brutal, un guion en el que el absurdo entra y sale cuando quiere dando a la estructura y al tono una irregularidad en la que no entré… y unos pocos gags buenos en medio de una parsimonia que debería estar penada en una comedia. Lo siento, repito: no me gusta Jim Jarmusch.
4- STAR WARS ep. IX: EL ASCENSO DE SKYWALKER (J.J. Abrams): como fan galáctico podría escribir líneas y líneas sobre por qué este episodio IX está en esta lista. Y creedme que no quería; soy el primero que quería que esta peli me gustara y he estado días pensando en no meterla en este Top5 y dejarla en tierra de nadie por la negación del dolor que me produjo esa decepción, pero las cosas como son: nunca en mi vida había visto en el cine una peli de Star Wars con esa apatía. Yo soy el primero que defendía la etapa Disney en Star Wars: el episodio 7 me gustó, el 8 me apasionó hasta el punto de considerarla la mejor Star Wars desde El imperio contraataca y Rogue One también me gustó mucho, además de ser una vuelta de tuerca al tono al que nos tiene habituados la saga. Sin embargo, con el estreno de Han Solo el año pasado (esa no la vi con apatía, la vi con algo mucho peor) y con la de este Ascenso de Skywalker este 2019, a la Casa del Ratón ya se le ha visto la cola de forma descarada: la cola de querer hacer dinero con fast food, la cola de querer contentar a todo el mundo (y en ese “todo el mundo” se incluye ese “”fan”” troll que parece sacado del Ku Klux Klan que hace dos años boicoteó el episodio 8 en Internet y forzó a sus actrices a abandonar las redes sociales) y la cola de ser unos carcas casposos de mentalidad conservadora. Y es que lo peor de este episodio IX viene por lo que se esconde debajo de su acción atronadora. Este episodio 9 supone un paso atrás en TODO lo que venía siendo Star Wars desde los años 80: lo harían con mayor o menor fortuna, pero tanto George Lucas como Rian Johnson intentaron llevar este universo más allá, “matando el pasado” y mirando hacia adelante… cosa con la que Abrams ya nos demostró en el nostálgico episodio 7 que no comulga. En este episodio 9 tenemos una actriz (asiática, es importante remarcarlo) que tras ser protagonista en la anterior entrega aquí ha pasado a ser básicamente una extra solo por los insultos racistas y machistas que generó entre ese cuñadismo fandom salido del Séptimo de Kaballería de Watchmen, confirmando así que Disney les ha acabado dando la razón; un conservadurismo social que intenta disfrazarse de progre que raya lo ridículo (si se hablaba de tensión sexual entre dos personajes masculinos, Poe y Finn, en las anteriores entregas, aquí se encargan de darle a Finn un interés amoroso femenino (y de raza negra, por supuesto) o otro a Poe (de raza blanca, por supuesto), mientras en la última escena hacen que dos mujeres figurantes se den un beso en el fondo de un plano para que parezca que son transgresores y abrazan la comunidad LGTB). Y a nivel de historia las cosas no mejoran: el guion parece escrito en un fin de semana y la película se basa en mucho ruido y un montaje frenético sin ningún respiro; deus ex machinas a punta pala desde la primera escena; resurrecciones como la de Palpatine sacadas de la manga y sin ninguna explicación; guiños incluso metacinematográficos constantes a la trilogía clásica (a Chewbacca le falta mirar a cámara y guiñarnos el ojo cuando, en la última escena, le dan la medalla que no le daban en la película de 1977); una sensación general de que todo ocurre porque sí y ese “no, Rey, lo de la película anterior de que eras hija de unos don nadies era mentira: eres la nieta de Palpatine”. Porque sí: ahora resulta que el Emperador en su día folló y fue padre de familia, y estos espectadores a los que tratan de tontos nos lo tenemos que tragar. En resumen: “El ascenso de Skywalker” es lo que habría sido “El retorno del jedi” si éste hubiera empezado con un “No, Luke, Darth Vader no es tu padre. ¡Era mentira!” (algo que, si se hubiera hecho caso a las críticas en su momento como se ha hecho ahora, podría haber pasado. En fin, eran otros tiempos…).
5- GLASS (M. Night Shyamalan): empezaré diciendo que no odio Glass, pero me dejó un regusto amargo al verla. De nuevo se trata de una película que me desconcertó en parte por las altas expectativas que tenía en ella tras colocar a Split en el número 1 de lo mejor de mi 2017. Creo que Glass plantea un concepto muy interesante y un mensaje final muy bonito, pero por el camino ninguno de sus tres protagonistas brilla como brillaban en El protegido o Split, y lo que hace con ellos al final de la película es directamente frustrante. Sin embargo, no hay duda de que Shyamalan quiere frustrarnos de forma deliberada, así que Glass es una película que quiero volver a ver algún día con otros ojos. Hay que aplaudir su valentía por querer experimentar, pero lamento que mis sensaciones al salir del cine fueran que fue un experimento fallido.
Y sacada esta espinita, vamos a terrenos más alegres para hablar de las mejores series del año. Por motivos obvios en esta lista no encontraréis a Juego de Tronos y todavía no he visto Chernobyl, pero por otro lado creo que es el año que más series de estreno he visto y me resulta imposible quedarme en tan solo 5, así que he decidido ampliarlo a 10 y aun así hacer unas cuantas menciones de honor. Para empezar, en el terreno nacional, donde Mira lo que has hecho me sigue pareciendo genial, Merlí: Sapere Aude me parece un spin-off mejor que su serie madre, y El embarcadero y Vida perfecta son dos joyitas de las que espero ya la segunda temporada (y en el caso de la primera, donde me encanta ver a mi querida Judit Ampudia). Por otro lado, este ha sido el año donde he vuelto a ver una de mis series favoritas, Deadwood: en 2019 se ha estrenado la TV-movie que le da, más de 10 años después, el final que el seriote de David Milch merecía.
Por lo demás, ahí va mi Top10 Mejores Series 2019:
1- BOJACK HORSEMAN (T6, parte 1): ya va siendo habitual, casi por inercia, tener la serie del caballo triste en el primer lugar de cada año, pero no dejo de repetir que la serie de Raphael Bob-Waksberg es la serie más humana que quien aquí os escribe ha visto tras Los Soprano, y en sus últimos compases se atreve a rehabilitar a protagonista para, en una estacada final, recordarnos que todo el daño que ha causado sigue ahí. Lástima que el año que viene sea el último que voy a poder incluirla, ya que el próximo 31 de enero se estrenan los capítulos finales y las expectativas no podían ser más altas tras ese cliffhanger tan poco usual.
2- WHAT WE DO IN THE SHADOWS (T1): Tenía ciertos reparos en ver esta serie, ya que la película que la originó me parece la mejor comedia de esta década. El hecho de que los protagonistas fueran otros tampoco ayudaba, pero al final es tan fácil como ver una y otra sin necesidad de entrar en una comparación competitiva: What we do in the shadows, la serie, es exactamente lo que uno esperaba del creador de Flight of the Conchords, y tiene más de un capítulo sublime (ese juicio vampírico, esa fiesta con el rey de los vampiros). Espero con ansias la segunda temporada.
3- UNDONE (T1): como tengo todas las plataformas de streaming menos Amazon, en general me resisto a ver cualquier serie de Prime: me sobra la oferta en las demás. Sin embargo, una serie hecha con rotoscopia creada por los responsables de BoJack Horseman y con Bob Odenkirk entre sus protagonistas no podía ser ignorada. Undone no defrauda: tan humana como la serie del caballo, pero cambiando el absurdo de allí por la espiritualidad y las escenas oníricas (casi lisérgicas) aquí. Y con la protagonista más carismática del año televisivo, interpretada por Rosa Salazar.
4- EUPHORIA (T1): Tras Assassination Nation, Sam Levinson vuelve a convertir la adolescencia de nuestra actualidad (la llamada Generación Z) en una pesadilla malsana, cargada de drogas, traiciones, sexo duro y superficial y problemas de identidad. Excesos por todos lados con una crítica descarnada hacia la sociedad en que vivimos.
5- BARRY (T2): este año he descubierto esta serie sobre un asesino a sueldo deprimido que decide hacerse actor para canalizar sus emociones reprimidas: no solo me parece una genialidad si no que me ha hecho redescubrir a Bill Hader, un tipo que normalmente no me hacía mucha gracia pero que aquí (donde, además de protagonista, también es el showrunner y el guionista y director de varios capítulos) me ha ganado por completo. Además, en esta segunda temporada tenemos posiblemente el mejor capítulo de lo que llevamos de serie, esta bizarrada que era el 2×05 llamada Ronny/Lily.
6- FOSSE/VERDON: como fan de Bob Fosse y como alguien que tiene a All that Jazz entre sus 10 películas favoritas de toda la historia, era de cajón que debía ver Fosse/Verdon, esta miniserie de HBO con unos inconmensurables Sam Rockwell y Michelle Williams (Emmy para ambos, ¡ya!) que demuestra (para quien no lo supiera aún) que All that Jazz era mucho más autobiográfica de lo que parecía. Cada capítulo es una delicia con su propio estilo, y para los fanáticos de Chernobyl: que sepáis que Fosse/Verdon, estrenada en las mismas fechas que la miniserie sobre el desastre nuclear, es la causante de que no la viera en su momento.
7- THE END OF THE F*CKING WORLD (T2): The end of the f*cking world merecía una segunda temporada, y por fin la hemos tenido. Aunque ligeramente inferior a su predecesora, los dos adolescentes sociópatas más adorables del mundo han conseguido por fin el final que ambos merecían tras un camino de humor negro, sangre y sí, ternura y romanticismo. Espero que no haya tercera: lo bueno, si breve, dos veces bueno.
8- LUTHER (T5): pocos la recordarán, en parte porque se estrenó el 1 de enero de 2019 y terminó el 4 de enero (como es habitual en muchas series británicas, es una temporada de solo 4 episodios y se estrenaron a capítulo por día) y por otro porque muchos se esfuerzan en denigrar esta serie comparándola con su magistral primera temporada. Para quien aquí os escribe, sin embargo, precisamente nos encontramos ante la mejor temporada de la serie tras la inaugural: Neil Cross, su creador, parece haber tomado nota de todo lo que no funcionó en la cuarta, y en esta quinta nos devolvió a la Alice Morgan de Ruth Wilson más cañera que nunca, y esto es más que suficiente motivo para incluir la quinta temporada de Luther en esta lista. Para que os hagáis una idea: aún no me he atrevido a ver Killing Eve porque todo el mundo se dedica a comparar a su psicópata protagonista con Alice. Y para mí Alice es incomparable.
9- WATCHMEN: mientras todos nos preguntamos si habrá segunda temporada o si se quedará en miniserie, esta revisión en forma de secuela al cómic de Alan Moore y Dave Gibbons ha sido un experimento muy interesante que merece un segundo visionado tras encajar todas las piezas del puzzle al final de la temporada. Al mejor Damon Lindelof tras Perdidos solo se le puede achacar cierto moralismo para cerrar las tramas rápidamente y con un final feliz en el último capítulo (¿de verdad ese final para Ozymandias?), pero por lo demás es un rompecabezas impecable que en EEUU debe haber causado buenos dolores de cabeza entre los acólitos de Trump.
10- THE MANDALORIAN (T1): ¿qué habría pasado si Jon Favreau hubiera dirigido el episodio IX de Star Wars? Pues, viendo esta The Mandalorian, uno cree que algo mucho mejor de lo que nos ha entregado Abrams. La serie del cazarrecompensas tocayo de Boba Fett ha conseguido lo imposible: gustar a todo el mundo, reunir ese aire de western que tenía la trilogía original pero aun así creando un universo propio y regalarnos un puñado de personajes súper carismáticos y entrañables: baby Yoda es el meme del año, y ni siquiera ha molestado a los que odiaban las monerías de los ewoks y los porgs. Si esto no es el poder de la Fuerza… The Mandalorian es puro cine de aventuras: I have spoken.
Y como termina la década y estamos en modo lista, en breves… Mi Top10 de las mejores películas de la década de los años 10.