09/12/2021
No es la primera vez que escribo por aquí que, cada vez que me enfrento a un nuevo proyecto, espero que éste represente un reto para mí. Algo a lo que nunca antes me haya enfrentado, ya sea por ser un género que aún no he explorado, por ser un estilo diferente al de mis trabajos anteriores o por tener un nivel de producción que me exija cosas que nunca antes se me habían exigido.
Estaba claro que el carácter dramático y autobiográfico de Perdona, estava dormint lo iba a convertir en un rodaje muy diferente a cualquier otro que hubiera hecho hasta entonces. Si No apto para menores tenía el reto de trabajar con niños a los que no puedes tratar como actores profesionales, en este caso era al contrario: la dirección de actores y el propio cásting eran el 80% del cortometraje. Ensayamos varias jornadas junto a Guim y Gemma y para cuando tocó rodar ya todo fluyó estupendamente… cosa que no significa que no rodáramos todas las tomas necesarias de cada plano para conseguir el resultado que queríamos. Al César lo que es del César: ambos son unas bestias interpretativas y realmente creo que su trabajo en esta historia está cargada de una emoción, una contención y unos matices y capas que no acostumbran a verse en cortometrajes. La comunicación entre los tres siempre fue estupenda, y realmente considero Perdona, estava dormint como uno de los trabajos de los que estoy más orgulloso de mi trabajo como director de actores. Fue uno de esos proyectos en los que al terminar no paramos de tirarnos florecillas los unos a los otros, pero -permitidme la falta de modestia por esta vez- creo que realmente los tres dimos lo mejor de nosotros mismos.
Y no era para menos: como ya he dicho, las interpretaciones eran el 80% de un cortometraje que a nivel de cámara apuesta decididamente por un estilo tirando a austero: la cámara siempre fija, rígida, en relación de aspecto 4:3 y buscando la composición perfecta para que cada plano (de duración generalmente más larga de lo habitual) sea un cuadro en movimiento. La razón de ser fiel a ese estilo era para mí puramente lógica: si quiero hablar de una situación que no avanza, como es la enfermedad del padre del protagonista, tengo que hacer planos fijos y rehuir cualquier tipo de movimiento de cámara; si quiero hablar de un encierro tengo que rodar en relación de aspecto 4:3 para quitarles todo el espacio posible a los personajes; pero por otro lado si quiero transmitir la soledad de sus protagonistas tengo que rodar con ópticas angulares para que dicho espacio se les haga grande. Cualquier otra decisión de dirección me habría parecido impostada: ¿para qué voy a mover la cámara si nada más se mueve? Los personajes no pueden moverse de su casa, el caso médico no avanza… están como en un limbo y así debía retratarlo.
Lo mismo a nivel de sonido: la ausencia de música extradiegética obedece para mí a una cuestión de pura sensatez. Siendo un corto que quiere huir de cualquier artificialidad y efectismo a nivel visual, no podía hacer lo contrario a nivel sonoro. Donde otro director habría hecho un travelling in en primer plano de los actores llorando con los violines sonando a tope, yo opté por dejar el drama más lacrimógeno en off para que se entendiera entre líneas en situaciones más cotidianas. Y la razón vuelve a ser lógica: porque esa es la cuarentena que yo viví. Esa fue mi rutina. No llorábamos cada día ni nos lamentábamos de la mala suerte que nos había tocado tener, si no que intentábamos mantenernos en esa especie de letargo extraño hasta que la situación terminase, de una forma u otra.
El rodaje se dividió en tres jornadas y media: la media fue para los únicos cuatro planos que tienen movimiento (tres seguimientos en la calle y el último plano del corto: un único movimiento expresivo que, viniendo más de veinte minutos estáticos, expresa mucho más que cualquier otro que hubiera podido hacer antes). Las tres jornadas restantes fueron para rodar en el piso: las dos primeras con Gemma en el salón-cocina y la segunda en la habitación de matrimonio. La tercera jornada fueron todas las escenas de Guim a solas o con los secundarios puntuales, como la vecina o los amigos con los que habla por Zoom (para la que hicimos un Zoom real con los actores Judit Ampudia, Xavier Batista y Mireia Ferré).
Creo que la postproducción fue una de las más sencillas y rápidas desde que me dedico a esto. Repetí con Fran Bafaluy en montaje tras No apto para menores, que hizo un trabajo estupendo entendiendo desde el principio el tono que buscábamos. Gabriel Cohen, como siempre (y con la misma eficiencia de siempre: si funciona, no lo toques), se encargó de la postproducción de sonido. Por último, fue la primera vez que trabajaba con Adrià Olea en la postproducción de color, y no será la última (como demuestra que ya repitiéramos en la gamberrada que hice este año para el festival Terrormolins): su trabajo con la dirección de fotografía, por otro lado maravillosa, de Manel R. Aguilar, es una pasada. Precisamente por la importancia de las interpretaciones y por la austeridad a nivel de cámara podría ser que alguien pasase por alto el gran trabajo visual que hay detrás de este cortometraje, pero que nadie se lleve a engaño: Perdona, estava dormint también es uno de mis cortos de los que más satisfecho estoy a nivel visual hasta la fecha, y eso es gracias a Manel y a Adrià.
A partir de aquí, solo queda mirar hacia adelante. Perdona, estava dormint no lo tiene fácil en el circuito de festivales por varias razones: su duración de 24 minutos, su idioma en catalán y una temática de la que parece que este 2021-22 todo el mundo quiere huir: por alguna razón, parece que las ficciones actuales prefieren fingir que la pandemia nunca ha existido y los propios festivales parecen querer evitar la temática Covid. Veremos cómo va, pero por otro lado me siento con la conciencia muy tranquila: como le dije a Guim cuando le presenté el proyecto por primera vez, esto debía ser ante todo un regalo para mi familia. En ese aspecto ha cumplido a la perfección y sí puedo decir que todo aquel que lo ve se emociona e incluso dice purgar ciertos demonios personales relacionados con aquella época u otras igual de duras. Y al final, ¿no es por eso es por lo que nos dedicamos a esto?