06/12/2017
El pasado jueves 30 de noviembre estrenamos mi quinta obra como autor y director en Microteatro Barcelona: Cosmic Girl. Una obra que estará representándose hasta el 30 de diciembre y cuyo gérmen fue la voluntad de convertir una de las salas de Microteatro en una discoteca, que ha acabado siendo el mítico Studio 54. Conociéndome, acabar contando una historia ambientada en los años 70 y plagada de música disco y funk de esa época era simplemente una cuestión de tiempo: según la función, desfilan por ahí canciones como Disco Inferno, Boogie Nights o Best of my love, y artistas como Kool and the Gang, Earth Wind and Fire o Jocelyn Brown.
Pero en un inicio la motivación fue más simple. Han pasado 7 meses desde La Llista, mi última obra, y esta vez quería que la originalidad fuera algo más que un nuevo tono o una nueva estructura. Esta vez, los propios espectadores conformarían el espacio escénico como asistentes a la sala de baile, pues la escenografía en sí es prácticamente inexistente: un juego de luces de colores cambiantes, una bola de discoteca colgada del techo y una máquina de humo. Menos es más: al menos en esta ocasión, no hay duda. No necesitas más: estos tres elementos, junto a la música que ya está sonando cuando los espectadores entran en la sala junto al protagonista, te mete de lleno en el ambiente. Y si encima añadimos que los espectadores de Microteatro pueden entrar con sus copas a ver las obras, ya estaba todo hecho desde el principio.
Lo cierto es que el feedback obtenido en a primera semana ha sido muy bueno: la gente ríe, se implica y nos regala comentarios muy bonitos al terminar. Para mí esa es la otra satisfacción principal junto al éxito escenográfico, y es que este guion lo he sudado mucho. Seguramente es el micro que he sudado más: como empecé centrándome básicamente en el atractivo de la escenografía, decidí que quería una historia muy sencilla y simpática. Léase chico conoce chica (o a la inversa) y se establece un coqueteo con ciertos chascarrillos a cosas típicas de la época. El problema: que cuando llevaba cuatro páginas ya estaba cansado de eso, y todavía me faltaban diez u once para cumplir los quince minutos. En cierto momento del verano (cuando la escribí) decidí mezclar esta historia con otra que tenía sobre abducciones extraterrestres, y todo empezó a tomar otra forma. Mucho más loca, sí, pero a la historia le quedaba como anillo al dedo: en plena época de la psicodelia y del fin de la dictadura, ¿qué mejor que un protagonista que conociera a una chica que le decía que venía de otro planeta? ¿Dice la verdad o todo es fruto de una paranoia alucinógena? Había historia y había comedia.
El viernes, en nuestro segundo día de funciones, una amiga me dijo, entusiasmada, que Cosmic Girl es un mix de muchas cosas pero que, aun así, le funcionaba porque todo quedaba bien integrado: los años 70, la música disco, los últimos tiempos de Franco, extraterrestres, el conflicto catalán, el cambio climático, el sistema solar Trappist-1 (que se descubrió hace cosa de un año) y el feminismo. La verdad es que no me había parado a pensar en tantas cosas, simplemente surgieron así mientras estructuraba o dialogaba. Y esta, supongo, es la clave para que ninguno de los elementos parezca impostado.
Por último y por supuesto, con Cosmic Girl también sigo reduciendo mi lista de actores con los que quiero trabajar: Jano Sanvicente y Pere Costa, dos monstruos cuando tocan la comedia, se alternan en el papel de Toni (nombre que por supuesto no está elegido al azar), mientras que Judit Ampudia estará todo el mes como Sandy (tampoco está elegido al azar).
Mañana es jueves y volvemos al ruedo, ahora con la mayor seguridad de cuando ya has estrenado y ves que has elegido el camino correcto. ¿Quién se apunta a viajar en el tiempo?