El día que me encontré con Terry Gilliam

13/03/2019

 

Hoy seré breve, y escribiré más desde la posición de fanboy que desde la de director: ayer asistí a la Filmoteca de Catalunya para celebrar el inicio de su ciclo “Terry Gilliam, un visionario quijotesco“, en la que el miembro de los Monty Python venía a presentar El hombre que mató a Don Quijote y más tarde respondía a unas cuantas preguntas del público. Me sorprendió que él mismo empezara la presentación comentando que mucha gente le había dicho que esta película se disfrutaba más con el segundo visionado, porque es algo que efectivamente experimenté ayer. Me lo pasé mejor que la primera vez viendo ese descenso en espiral de Adam Driver hacia la locura contagiosa del Quijote de Jonathan Pryce (seguramente también influyó que la primera vez la vi en una sesión de noche tras un día de no parar de ir arriba y abajo y realmente solo pensaba en ir a la cama… pero mi orgullo de fan gilliamesco me obligaba a ir al cine el día del estreno).

En el turno de preguntas estuve dándole vueltas a qué podía preguntar “para estar a la altura” de uno de mis directores favoritos hasta que, como suele pasar, se acabó el tiempo y no llegué a preguntar nada. Sin embargo, me fui de allí reafirmándome como seguidor entusiasta del director de 12 monos por todo: por lo que implica estar ¡25 años! luchando por levantar una película como esta; por el humor con el que se lo toma todo; por tener un estilo único en la Historia del cine que, por tanto, lo convierte en un autor sin par (y del que me pasaría horas escribiendo, como ya hice en cierto trabajo de fin de Dirección de ECIB en el que teníamos que analizar el estilo de un director desgranando varias características suyas, y yo le elegí a él); por el peso de la ilustración y la animación en dicho estilo… Pero, qué demonios, todo esto ya lo sabía. En realidad salí reafirmado de allí por lo tremendo del ingenio con el que contestaba a las preguntas que se le hacían… Más de una vez para contestar lo que a menudo pienso cuando escucho o leo críticas y análisis de películas: muchas veces los espectadores sacan más conclusiones y “pajas mentales” de las que el mismo director tiene al rodar una película. Que este señor es un pozo de creatividad sin fin es algo que ya se sabe: por su herencia cinematográfica, por su estilo como ilustrador y por cómo se expresa en su libro de memorias, Gilliamismos (Gilliamesque en el original). Lo que ayer pude comprobar es que esa creatividad acude a él con una rapidez de vértigo; cada respuesta tenía uno o más comentarios interesantísimos (ya fuera por el contenido de lo que decía o por el sarcasmo con el que despachaba las preguntas más, digamos, simples).

Ya había visto a Gilliam en directo en 2013, cuando The Zero Theorem inauguró el Festival de Sitges de ese año y él fue a presentarla (y yo a verla), y había asistido a una masterclass con Tony Grisoni (guionista de esta Quijote y de Miedo y asco en Las Vegas y Tideland) en el Serielizados Fest de 2017, pero ayer por fin tuve lo que quería…

…Y tal vez no llegué a preguntarle nada, pero conseguí que me firmara su libro y que se hiciera una foto conmigo. ¿Y qué más puede pedir un fan de uno de sus mayores ídolos?

Si algo enseña Gilliam, es que la línea entre los sueños y la realidad puede traspasarse.

Recuerdo para toda la vida nº1
Recuerdo para toda la vida nº2