07/12/2018
¿Quién dice que los trabajos de encargo no pueden volverse proyectos personales? Del mismo modo que No Apto para Menores se basaba en una obra ya existente (un cómic) y no por ello dejó de ser el proyecto cinematográfico al que he dedicado más esfuerzo en el último año, Todo por un hijo llegó a mí como un texto ya escrito y con una actriz determinada.
Marina Buisan, a quien conocía por compartir sala en Microteatre Barcelona en diciembre de 2017, cuando yo estaba haciendo Cosmic Girl (en sesión tarde, y ella “2.500.000.000 candidats” deJaume Viñas en sesión golfa), me escribió este verano diciendo que tenía un texto y que si me gustaría dirigirlo para hacer en Microteatre. La reacción, en un principio, fue de reticencia: con el trabajo, horas y dedicación que implica dirigir cualquier proyecto, si algo tengo claro es que si acepto un texto ajeno tiene que ser porque conecto con él y porque siento que le puedo aportar cosas. No consigo decir eso sin parecerme pedante a mí mismo, pero ahí va: tiene que ser un texto que sienta que se adapta a mi estilo. Y vaya si éste lo hacía.
El texto era “El precio”, de Lena Kitsopoulou, una obra original de Grecia que ya ha sido representada en varios idiomas. La propia Marina había hablado ya con la autora antes de contactar conmigo, y Lena no solo estaba encantada de que su obra siguiera moviéndose por el mundo (¡cómo no!) si no que nos daba libertad total para adaptarla a nuestra manera. Ok, primera condición para aceptar dirigirlo superada. La segunda (leerlo y que le viera chicha) también se superó con creces. No sé si Marina me eligió porque ya sabía que me va el humor ácido, pero esto era corrosivo. Si normalmente escribo sobre personajes bastante capullos pero desde una mirada algo tierna, estos personajes eran absolutamente fríos: una sátira terrible sobre una sociedad dominada por el dinero y la apariencia. OK, I’m totally in.
En favor de Lena debo decir que los cambios que hice en el texto fueron pocos y, en su mayoría, eran para adaptarlo al formato y a las salas de Microteatro. El argumento era sencillo: una pareja en un supermercado intenta decidirse por el hijo que quieren comprar, pero como no quieren gastar demasiado, barajan las opciones más baratas (que son desde niños del Tercer Mundo a discapacitados). Lo que decía: una sátira terrible. De hecho, cuando empezamos los ensayos una de las cosas que quise dejar clara al tándem protagonista fue que aquí la risa era algo secundario: me importaba más dejar mal cuerpo en el espectador que oír carcajadas (como curiosidad para que me entendáis, cuando inscribí la obra estuve dudando de si en el apartado de “género” poner solo “comedia” o “comedia/terror”). Pero no nos adelantemos: el primer cambio en el texto fue cambiar el supermercado (demasiado complejo para recrear en una sala de Micros; más aún si se tenían que ver los niños) por el piso de los protagonistas, y que compraran por Internet. Es un cambio del que estoy muy satisfecho: tenerles frente a una pantalla y no ver que lo que ellos ven hace que el espectador se lo imagine, y ya se sabe que lo que no se ve en una historia es tan (y a menudo más) importante que lo que sí. El segundo cambio básico fue sacar al personaje del cajero del súper, no solo por el cambio de espacio sino porque su intervención se reducía a una página al final, y no tenía sentido buscar a un actor para apenas un minuto de obra.
A partir de aquí, el resto de cambios consistieron simplemente en enfatizar el rasgo característico principal de cada protagonista (ella, una rácana que no quiere gastar ni un céntimo en nada; él, un obsesionado del qué dirán y del postureo) y en desarrollar más los gags que me hacían más gracia (o más miedo) y las situaciones que veía que podían dar más de sí. En total podríamos decir que el guion resultante es un 70% de Lena y un 30% mío, pero quiero dejar constancia que el texto original podría haberse hecho sin problema tal cual estaba, y que todo fue para hacerlo “más mío” con la libertad creativa que nos había ofrecido Lena. Ah, y también cambié el título: puede parecer una estupidez, pero con el tiempo he aprendido a ver qué tipo de títulos llaman más la atención en Microteatre y cuáles no, y pensé que “Todo por un hijo” (valga la ironía ya desde aquí) podía tener más tirada que “El precio”. Si acerté o no, nunca lo sabremos.
Hecho esto ya solo faltaba encontrar al actor principal que compartiría escena con Marina, y lo encontré en el gran Eloy López. Como ya va siendo habitual, los dos se entendieron de fábula desde el principio y el trabajo con ambos fue un placer, viendo como poco a poco iban jugando y soltándose más con los personajes: siempre he pensado que interpretar un personaje negativo tiene que ser mucho más divertido y enriquecedor que interpretar a uno positivo (tal vez se porque es lo que siento en el momento de escribir), y creo que realmente Eloy y Marina se han divertido mucho dando cuerpo y voz a ese par de indeseables. ¿Se puede pedir más?
El 15 de noviembre estrenábamos con éxito: no por estar ya acostumbrado al proceso (esta es mi octava obra en e formato) éste me resulta menos fascinante. Hoy, viernes 7 de diciembre,empezamos nuestro último fin de semana. Como de costumbre, las 4 semanas de representaciones han pasado como un soplo, pero aún os quedan 3 días para venir a disfrutar (o no) con Todo por un hijo, mi encargo más personal.